lunes, 8 de agosto de 2011

Lo que no se espera de mí (o el mito de mi inteligencia)

Mi hermana es impulsiva. Dice lo que piensa y hace lo que quiere sin medir las consecuencias. Puede ser la persona más hiriente, mal llevada y maleducada del mundo, pero todo se le perdona: Ella es así. Me incluyo entre las personas que malcrían su ego, a fin de cuentas, cuando se trata de ella “te enojás, te estresás, qué ganas?
Pero todo cambia cuando se trata de mí.
Debo proyectar una imagen de persona confiable, mesurada, reflexiva, predecible; que siempre evalúa todo objetivamente, que sabe “cómo son las cosas”, que es educada, amable y ubicada. Que es tan inteligente para distinguir con precisión y a la distancia cuestiones que ni el propio Dios consideró cuando creó los cielos y la tierra…Una especie de Dra. Bones, pero con modales. Perfectita.
Confieso que en algún momento de mi vida (escolar principalmente) me ha servido este estereotipo, como una especie de “hazte fama y échate a dormir”. La única vez que me hubiese correspondido un uno, por no cumplir o presentar un trabajo, la profesora me lo perdonó, por ser siempre “tan buena alumna”.
En todos los lugares que he trabajado, al poco tiempo de conocerme la gente siempre me ha pedido mi opinión, sobre temas de los que apenas conocía, siempre apelando al : -Vos que sos más inteligente que te parece…(tal o cual cosa). Y yo, siempre amable y humildemente, he contestado de una manera diplomática y abierta, cosa de no meter la pata demasiado y dejando un margen de error amplio en mis comentarios.
Por eso, cuando digo algo subido de tono o una opinión desagradable o respondo con un “ no sé” me miran cómo si tuviera cuatro ojos o de repente notaran que muy en el fondo tengo una personalidad y no soy una sabelotodo.
Me gusta que la gente se sorprenda de mi ignorancia y hacer lo que no se espera de mí. Pero no puedo negar que también me gusta dejar una estela de misterio, que imaginen que soy algo más, pero no sepan bien qué. Nunca hice terapia, pero creo haber encontrado después de mucha reflexión el por qué. Pienso que quien más te conoce es quien más puede dañarte, por eso prefiero que pocos me conozcan profundamente. Y si además creen que tengo un coeficiente intelectual más alto que el promedio, qué puedo hacer? Tampoco es cuestión de andar por la vida avivando giles, no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario